
Sugar Hill
Después de negarse a pagar por la protección que le ofrece la mafia, el señor Langston, el propietario de la discoteca más importante de la ciudad, es golpeado hasta la muerte en el aparcamiento de su propio negocio. Ante la desesperante pasividad de la policía, su prometida, la modelo Diana Sugar Hill, decide recurrir a los servicios de una veterana sacerdotisa vudú para consumar la venganza. Ésta invoca al Barón Samedi, el señor del mundo de los muertos vivientes, que acepta el trabajo con una sola condición: el sacrificio de una chica.