A los 19 meses, Helen Keller cayó enferma y quedó sorda y ciega y, a causa de su incapacidad para ver y oír, tampoco aprendió a hablar, por lo que le era imposible comunicarse. Sus padres, incapaces de hacer frente a la situación, decidieron contratar a una institutriz, Anna Sullivan, quien cuando era joven tuvo que combatir una ceguera temporal. Con perseverancia y tenacidad, Anna consiguió lo que todos creían imposible, romper el aislamiento de Helen logrando que la pequeña descubriera, a través del tacto, el mundo que antes le resultaba desconocido. Anne Bancroft y Patty Duke fueron premiadas, con los Oscar a la mejor actriz principal y a la mejor actriz secundaria por su trabajo en esta película dirigida por Arthur Penn (“La jauría humana”, “Bonnie y Clyde”).